Me eleva en el aire, debajo el abismo. Me sostiene. Mis uñas se aferran a la carne de su espalda. Mis "piernas recias" -brazos ciegos- rodean su cintura, y coquetean con su culo.
No se desconecta de mí, permanece clavado. Permanece como el ser. Su falo es el ser imperecedero e inmutable. Dura (de durar) en la línea del tiempo, dura (de verga endurecida) insiste en lo profundamente mío. Indaga mi sangre, mi flujo y mi paciencia. Insiste, no cede. Taladra, me desespera. Fricción de piedras. La inminencia eruptiva, la chispa y la explosión definitiva.
Me desarma, e indefensa, desnuda de una desnudez que trasciende la piel, me empuja al abismo. Pero aún me sostiene. No se desconecta. Ser. Después no ser. Todo termina, todo se afloja. De la agitación al ensueño soporífero. En el abismo reverbera su salvaje método inductivo..