Hoy me fui a acostar mojada por el agua espesa de los tiempos, mojada de pe a pa y con una urgencia sexual imperativa.
Sé que mi cuerpo acoge y rechaza otros cuerpos de manera poco equitativa; es mucho más lo que repele esta piel que se precia de exquisita o delicada.
Pero en noches en las que la carne se desgarra a fuerza de deseo, se retuerce una bestia en mí, una bestia que se pondría a devorar con las manos las sobras de un mendigo, de un desesperado.
En estas noches que cada tanto vuelven, rumiaría largamente el semen asqueroso del favorecido y bendito poseedor del goce de mi cuerpo, o el caído en desgracia.